lunes, 30 de abril de 2012

Brillantes ocurrencias para explicar las cosas, por Carlos Campillo

El sistema de salud de los Estados Unidos deja sin cobertura a decenas de millones de almas y su gasto crece sin frenos… Intentos pasados de reforma quedaron en agua de borrajas. Llega a la Casa Blanca Obama y consigue a trompicones que se redacte y apruebe la Patient Protection and Affordable Care Act (ACA): más de 900 páginas.



Su origen: los buenos resultados obtenidos con la reforma del sistema de salud de Massachusetts (bajo el mandato, sí, de Mitt Romney, sneaky guy!). Su artífice: Jonathan Gruber, profe de economía del MIT, Director del Health Care Program, National Bureau of Economic Research y factótum también de la ACA.

La ACA es como un taburete con tres patas y, en resumidas cuentas, dos objetivos: ampliar la cobertura a 30 millones de esas almas y frenar el desbocado crecimiento del gasto. Las tres patas: obligar a todo el mundo a pagar un seguro (Individual mandate), ofrecer subsidios a las familias con bajos ingresos que no puedan comprarlo y exigir que las aseguradoras cubran a todos sin discriminación alguna.


Se estima que la reforma costará muchos millones de dólares. Se estima que a medio plazo ahorrará muchos más. Estimaciones. Algunas de sus más importantes medidas para controlar el gasto se están pilotando. Incertidumbre. Los primeros resultados obtenidos llaman a la cautela (implementation difficulties). Irrumpen barreras de inspiración (ultra)conservadora y filiación cercana a los que degustan el té en grupo. Son influyentes: denunciándola de inconstitucional, la han llevado a la Corte Suprema, que ahora intenta dilucidar cómo sale ilesa de ese atolladero (http://www.nejm.org/doi/pdf/10.1056/NEJMp1201848). Se esperaba, se porfía y la reforma prosigue. Les preocupa. 

 


Como les preocupa que la ACA y los problemas que con ella se intentan paliar los entienda todo el mundo. Su brillante ocurrencia: el cómic que muestra la foto. Gruber y Newquist (Universidad de Colorado) explican y justifican algo tan complejo, desmienten infundios y conjuran Death Panels con lenguaje llano, cercano a todos y con rigor. Quizá cierto exceso de esperanza cumbaya en el desenlace del cómic, pero como en sus teleseries.


Si  sale mal, que les quiten lo bailao: ingente cantidad de conocimiento que han extraído y difundido de este experimento natural del que aquí ya somos deudores.

Para tomar nota, animarse a emularlos y explicar, también así, nuestros asuntos.

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